03 Oct Alzheimer, un reto para la familia
El entorno familiar juega un papel fundamental para ayudar a ralentizar la evolución de esta enfermedad
EP / MADRID
Una vez que el alzheimer ha mostrado los primeros síntomas, la familia tiene un papel fundamental para ayudar a ralentizar la evolución de esta enfermedad incurable, que afecta a 600.000 personas en España.
«Hay hábitos y actividades que puede ralentizar el deterioro cognitivo», explica a Europa Press el jefe de Geriatría de la Fundación Vianorte-Laguna, el doctor Javier Gópez Pavón, que señala a la familia como clave en el desarrollo de estos hábitos con el paciente que sufre alzheimer. «Si el entorno del paciente no sabe con qué se está enfrentando su evolución va a ir más rápido», afirma.
Tratar a estos pacientes no es fácil, cuando se descubre la enfermedad en fases leves carecen de recursos terapéuticos adecuados, de modo que se ven obligados a esperar a que la enfermedad avance para acceder a un Centro de Día en el que puedan recibir terapias que mantengan su autonomía y su funcionalidad pese a padecer alzheimer.
Es aquí dónde se debe apoyar a la familia y trabajar con ella, de modo que se evite aislar al paciente de alzheimer hasta el punto de verse incomprendido y deprimirse. «Es fundamental cuando se hace el diagnóstico dar atención también a la familia y explicarles cuáles son los cuidados al enfermo; es fundamental cogerlos cuánto antes para que ayuden en el retraso del alzheimer», señala este experto, que recomienda atender a la familia al mismo tiempo que al enfermo, desde el primer momento.
Además de reforzar la psicoestimulación y adaptación a los déficits, el cuidador tiene el papel de tratar que el enfermo de alzheimer no se aisle, ya que «eso va a provocar en el paciente mayor depresión e incluso situaciones disruptivas (irá, agresividad, delirios, trastornos del sueño, etc), que «no solo agudizan la enfermedad sino que desestructuran a la familia».
En las fases más avanzadas «la fuerza del amor», es decir mantener la parte emocional que une a la familia, también ayuda a conectar al enfermo con sentimientos que reconoce, devolviéndole de algún modo a sensaciones positivas ya vividas. «El enfermo con alzheimer es una persona apática, cambia según avanza la enfermedad, parece que no tiene emociones, se van aislando pero necesitan continuamente esa emoción, el poder de los besos, los abrazos, etc», afirma.
«Uno se vuelve desorientado, reconoce a su marido o a su mujer pero no sabe que es su marido o su mujer, reconoce la casa pero no sabe dónde está, el cerebro está alterando pero reconoce un acto o el estar de una persona que le da confianza, y eso lleva consigo que el paciente esté tranquilo», añade.
Prevención
El experto incide en que existen factores que pueden ayudar a modificar el inicio de la enfermedad del alzheimer, de hecho diversos estudios que indican que los hábitos de vida saludables pueden reducir entre el 40 y el 30 por ciento de los casos de alzheimer.
Algunos de los factores de riesgo en la enfermedad de alzheimer que pueden prevenirse son la diabetes, la hipertensión, la obesidad, la inactividad física, la depresión, el tabaquismo y la baja actividad cognitiva. De los siete factores de riesgo detectados, la mayor proporción de casos de alzheimer se puede atribuir a la inactividad física, porque un tercio de la población adulta son personas sedentarias e inactivas.
«Cuantos más factores de riesgo más riesgo se tiene de alzheimer pero, al final, esto es como la lotería, puedes tener muchos factores de riesgo y no padecerlo o tener pocas papeletas y padecerlo», afirma.
Por lo tanto, es importante potenciar las actividades cognitivas (leer, estudiar, hablar varios idiomas, practicar juegos intelectuales, relacionarse con gente, participar en actividades de grupo), controlar los factores que alteran a la circulación sanguínea(azúcar, colesterol, hipertensión, obesidad), llevar una alimentación equilibrada, realizar ejercicio físico y abandonar el hábito del tabaco.
Asimismo, incide en la importancia de mantener las redacciones humanas, «usar el cerebro y la memoria, participar activamente en la sociedad y no mantenerse aislado es importante», ya que «el asilamento, sobre todo con la edad, lleva consigo el no ejercitar la memoria». Además, hay que mantener un buen estado de ánimo, «el bajo ánimo que puede considerarse depresivo y eso es como una droga para el cerebro».
«Si antes tenías 10 neuronas ahora tienes 8, pero si se ejercita el cerebro esas 8 neuronas pueden suplir la ausencia de esas dos que faltan, así se consigue que el alzheimer vaya más lento, consigues que esas ocho sean mas resistentes a la enfermedad», concluye.
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