Perros que mejoran la salud

Perros que mejoran la salud

Los equipos que trabajan en el Máster Universitario ‘Aplicaciones del perro a la terapéutica humana’ logran beneficios frente al autismo o el párkinson.

NOELIA MÁRQUEZ

Tina, Ojú y Chico. Son perros de distintas razas que, tras un adiestramiento, aportan cada semana beneficios a personas que sufren daño cerebral y otros problemas severos, como autismo o párkinson. Estos animales son capaces de motivar a niños autistas o arrancar una sonrisa a personas mayores muy afectadas por enfermedades neurodegenerativas.

Son perros terapéuticos y protagonistas del Máster en Aplicaciones del perro a la terapéutica humana que se imparte en la Facultad de Medicina de la Universidad de Sevilla. Estos animales trabajan además en centros asistenciales, junto a sus guías y los terapeutas.

Cada semana Tina acude al centro de educación especial San Pelayo, mientras que Ojú va a la residencia de personas mayores Gerón; y Chico, a la Fundación Samur, donde participan en terapias con pacientes. Los animales trabajan con niños y adultos afectados por daño cerebral o que sufren problemas de tipo neuronal, o discapacidad. Autismo, síndrome de Down, alzhéimer o párkinson son algunos problemas frente a los que son viables tratamientos que utilizan a canes para mejorar la calidad de vida de los enfermos. La denominada Terapia Asistida por Perros (TAP) se emplea para «establecer una rápida relación, mejorar las habilidades interpersonales, para desarrollar la capacidad de empatía, ayudar a compartir experiencias traumáticas y superar el miedo (VanFleet y Thompson, 2008)».

Alfonso Blanco, catedrático en Psiquiatría en la Universidad de Sevilla e impulsor del máster con estos animales, explica que su equipo ha «comprobado cómo un niño autista, que está desconectado del mundo, que ni siquiera seguía con la mirada a su madre ni tampoco le daba un abrazo, comenzó a reaccionar ante la presencia de nuestros perros, que están adiestrados». «Al pasar el animal, el niño comenzó a seguirlo con la mirada e incluso lo acarició; en sesiones posteriores, llegó a darle un abrazo», añade el especialista. Éste es un gran paso en casos severos de autismo y una puerta para que los afectados por este problema comiencen a salir, en cierta medida, de la desconexión que sufren.

Otro logro: «Un anciano que permanece postrado en una silla y que tiene problemas de movilidad, es capaz de levantarse para acercarse y acariciar al perro», añade el doctor Blanco. Las relaciones entre los perros y los seres humanos son innatas y a día de hoy se desconoce qué mecanismos propician este vínculo. «Los canes también son instrumento en terapias con pacientes que sufren enfermedades mentales», comenta el catedrático, al reseñar que los animales «no riñen, ni piden, ni ordenan; simplemente están ahí y se convierten en una motivación para los pacientes».

Estas terapias en las que se utilizan animales comenzaron a desarrollarse en el ámbito de la Psiquiatría y la Psicología en los años 70 del siglo pasado, si bien en el ámbito estatal el máster que ofrece la Universidad de Sevilla es pionero y único. Un equipo de Barcelona ha comenzado a desarrollar otra investigación de similares características pero está más orientado al mundo de la veterinaria. Los beneficios se han constatado en terapias con delfines y caballos. El equipo del doctor Blanco, junto a la labor docente y asistencial, también recoge evidencias científicas sobre los logros de estas terapias con perros.

En las sesiones participan siete u ocho pacientes y desde que comenzó a desarrollarse en el seno de la Universidad de Sevilla, la demanda de esta terapia no para de crecer. «Otros centros y asociaciones también nos han demandado esta asistencia o bien que entrenemos a los perros», comenta el especialista.

Los contextos más aplicados de la Terapia Asistida por Perros son el sanitario (especialmente en trastornos cardiovasculares, epilepsia o diabetes), el penitenciario, así como en niños y ancianos con problemas de salud.

El proceso de adiestramiento de los animales comienza desde que son cachorros. A través de un test, los expertos en estas terapias seleccionan a los mejores ejemplares. «Tienen que ser perros dóciles, obedientes, que sepan adaptarse a personas distintas ya que trabajan en varios centros, con niños y ancianos», concreta el psiquiatra. Durante la sesión terapéutica el adiestrador del perro siempre está presente de modo que el animal obedece las indicaciones que le va dando, mientras trabaja con los pacientes. Esta asistencia forma parte de un tratamiento diseñado por terapeutas.

Para ampliar la capacidad actual de este equipo universitario, los responsables del máster que está codirigido por el profesor Luis Rodríguez Franco, han constituido una fundación, que se encuentra en la fase de captación de fondos, poder contar con voluntarios y asistir a más personas. Otra de las necesidades de los guías y de los pacientes es la creación de una ordenanza municipal que permita a los perros terapéuticos entrar en el transporte público o en tiendas o cualquier otro establecimiento, en las mismas condiciones que lo hacen los perros guías que acompañan a los ciegos.

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