Gripe: Lucha contra el virus de las mil caras

Gripe: Lucha contra el virus de las mil caras

Como en otras enfermedades infecciosas, la forma de ataque más efectiva es la prevención

Pilar Quijada

En octubre se ha puesto en marcha la campaña de vacunación contra la gripe, patología de origen viral difícil de atacar de otra forma por varios motivos, como explica, Ángel Gil, catedrático de Medicina Preventiva de la Universidad Rey Juan Carlos: «Para que los antivirales sean eficaces han de usarse en los inicios de la infección, y los síntomas de la gripe se confunden fácilmente con patologías de las vías respiratorias altas. Además de ser muy caros, su efectividad es limitada». Sin nada que la frene, la infección sigue su curso y finalmente se tratan las complicaciones, cuando surgen, como la sobreinfección bacteriana. Eso sin olvidar que, en algunos casos, llevan al paciente hasta la UCI, donde el 30% de las gripes son mortales, advierte Juan Picazo, catedrático de Microbiología de la Universidad Complutense.

De ahí que en ésta, como en otras enfermedades infecciosas, la forma de ataque más efectiva sea la prevención. En palabras de Stanley Plotkin, padre de las vacunas modernas, a excepción del agua potable, ningún otro avance, ni siquiera los antibióticos, ha sido tan importante en la reducción de la mortalidad por infecciones. Un logro que se desprecia temerariamente en nuestros días: «Si nos dejamos de vacunar, las enfermedades infecciosas van a aumentar de nuevo, como ya ocurre con el sarampión. Con la gripe igual hay que esperar a que pase algo parecido para que la gente lo valore. Es incomprensible que hoy en día se extienda la creencia de que no pasa nada por no vacunarse», señala Gil. Eso, sin tener en cuenta que el coste de tratar la gripe es mucho más alto que ponerse una vacuna, como explica Antonio Iniesta, presidente de la Federación del Médicos del Trabajo: «Se pierden cada años 60 millones de horas de trabajo por la gripe, con un coste de 215 millones de euros».

Gripe A

Pese a todo, ni la epidemia de gripe A impulsó la práctica de la vacunación. Lo impidió la conjunción de varios hechos. El primero, que en un primer momento de alarma, cuando desde la OMS se anunciaban mortalidades próximas a los 200 millones de personas, no había suficientes vacunas y hubo que restringirlas a los grupos de riesgo, a los que todo el mundo argumentaba pertenecer. «Al principio el virus era muy patógeno y la cepa mataba a más del 40% de los infectados. Hubo una explosión de preocupación en todo el mundo, y en nuestro país especialmente, porque no fabricábamos la vacuna y seríamos los últimos en recibirla. Y de repente cambia el virus y se vuelve menos patógeno. A veces el esfuerzo para adaptarse al humano le hace perder virulencia», explica el doctor Picazo.

Paradójicamente surge una reacción adversa hacia la vacuna por la sospecha de que nos habían engañado respecto a la virulencia del patógeno e incluso que la industria farmacéutica había tratado de sacar provecho de la situación. Por eso, apunta Picazo, es importante «el análisis desde la perspectiva histórica».

En especial hay que tener en cuenta, apuntan los especialistas reunidos en ABC para debatir sobre este tema, que el virus de la gripe es un experto en mutar de año en año para esquivar al sistema inmune. De ahí que exista desde hace tiempo una red de laboratorios centinela que lo vigilan distribuidos por ambos hemisferios. Por eso, a diferencia de otras, la vacuna de la gripe ha de renovarse cada año: «El virus cambia su estructura externa y el sistema inmune no le reconoce, por eso las defensas del año anterior no sirven».

Campañas más largas

Por eso las Administraciones ponen en marcha las campañas anuales de vacunación, que en opinión de los asistentes al encuentro debería extenderse hacia finales de diciembre. Salvo en los trópicos, que el virus circula durante todo el año, la temporada fuerte para la gripe es el invierno. Como las estaciones están invertidas en ambos hemisferios, durante nuestro verano se le sigue en el invierno del Sur, para saber cómo se comportará en nuestras latitudes cuando llegue el frío, y viceversa. Estos datos permiten hacer las previsiones para las nuevas vacunas. En esta temporada, explica Picazo, «no hay nada que permita pensar que habrá una situación similar a la que ocurrió en su momento con el enorme cambio antigénico que experimentó el virus. Aunque la cepa A sigue estando presente y es el que circula». Pero esto no debe hacernos bajar la guardia, porque como buen artista del camuflaje, el virus de la gripe puede volver a cambiar hacia una cepa más virulenta, advierte el microbiólogo. Por fortuna, también la gripe aviar ha quedado aislada geográficamente.

Sin embargo, no se requieren situaciones extraordinarias para que la gripe acarree complicaciones y se cobre vidas. Para empezar puede ser más grave en los niños con asma, una de las patologías más prevalentes en la actualidad. También en los que padecen obesidad o diabetes. Otro tanto ocurre con los mayores. Pero incluso en las personas aparentemente sanas la gripe se puede complicar. De ahí que, debido a su escaso coste, 3 euros por dosis, la vacuna debería ser universal a partir de los seis meses, sin entrar en grupos de riesgo, en opinión de los expertos reunidos en ABC. Su bajo coste no lo haría muy gravoso ni en tiempos de crisis, y ahorraría mucho dinero en complicaciones y absentismo laboral. Para aumentar la concienciación ciudadana habría que hacer campañas más activas, diseñadas de forma semejante a las de donación de sangre, apunta el doctor Gil.

Y los primeros en dar ejemplo deberían ser los sanitarios, que paradójicamente son los que menos se vacunan. En especial el personal de enfermería. Sólo 1 de cada 4 lo hacen. ¿Debería ser obligatoria la vacunación por responsabilidad hacia sus pacientes, a los que pueden contagiar, y para evitar el absentismo consiguiente en temporada alta de gripe, más en la precaria situación de la sanidad en estos momentos para suplir ausencias?

Predicar con el ejemplo

A diferencia de países como Australia, donde existe una norma que lo exige, en nuestro país, la obligatoriedad probablemente produciría el efecto contrario al buscado. Por eso se ha creado un documento de «Consenso sobre la vacunación en el personal sanitario», al que se han adherido una veintena de asociaciones profesionales, y que se basa en argumentos de necesidad, ética y ejemplaridad. Un ejemplo que ayude a llegar a la tasa mínima de vacunación del 75% recomendada por la OMS, cifra que en nuestro país no se alcanza ni entre los mayores de 65 años, el colectivo más fiel a la vacuna. Con ello se lograría establecer un «cinturón de seguridad» en torno a la población que no puede vacunarse, como los menores de seis meses, concluye Iniesta.

Falsos mitos

La vacuna de la gripe es una de la que más falsos mitos acumula. Tal vez porque a diferencia del resto, hay que renovarla cada año, y para ello hay que estar motivado y concienciado. Estas son algunas ideas a desechar:

* La vacuna impide que el sistema inmune no luche contra la infección. Es lo contrario. Con las vacunas se selecciona un antígeno que ayude al sistema inmune a protegernos contra la infección.

* Puede provocar gripe. Es imposible que con una vacuna de virus muerto o fraccionado se contraiga la enfermedad.

* Yo ya estoy protegido, nunca la cojo porque soy muy fuerte. No es cierto, cualquier persona puede contraer la gripe.

* Tiene efectos adversos graves. Los efectos suelen ser locales, de enrojecimiento de la zona del pinchazo.

www.abc.es/salud/noticias/gripe-lucha-contra-virus-caras-13413.html