130.000 mayores viven sin ascensor y 43.000 en pisos con barreras de movilidad

130.000 mayores viven sin ascensor y 43.000 en pisos con barreras de movilidad

Las reformas en los hogares se disparan con el fin de mejorar la calidad de vida de los ancianos y evitar su ingreso en residencias

13.02.11 – 02:58 MARÍA JOSÉ TOMÉ | BILBAO.

Milagros casi no sale de casa. Vive en el cuarto piso de un inmueble sin ascensor de Barakaldo y las 64 escaleras que la separan de la calle son demasiadas para esta mujer de 79 años con una artrosis muy avanzada.

Hasta hace un año que se quedó viuda, se apoyaba en su marido Aurelio para ir a la compra, pero ya se le hacen «demasiado cuesta arriba». Tampoco se siente muy cómoda en su piso. La cama, por ejemplo. «Es preciosa, de roble, nos la trajeron de Valencia cuando nos casamos, pero es tan alta…» Por no hablar del baño: sólo se atreve a ducharse con la ayuda de su hija Mila, que la visita un par de veces por semana. «Es una bañera bien hermosa, pero me da miedo resbalar y romperme la cadera», teme.

Como Milagros, ésta es la realidad cotidiana para cuatro de cada diez jubilados vascos, obligados a disputar una carrera de obstáculos en su propio hogar.

Según los datos del Departamento de Asuntos Sociales del Gobierno vasco, más de 43.000 mayores tienen en su casa barreras que les dificultan seriamente para desenvolverse con normalidad en su día a día; otros 87.000 sufren problemas de accesibilidad en su edificio. Y, a pesar de que la situación ha mejorado mucho en la última década, más de 130.000 personas de más de 65 años residen todavía en casas sin ascensor.

Un drama para muchos de ellos, confinados en su propio hogar. Hace dos décadas, eso sí, eran casi el doble.

La sociedad de Euskadi es mayor: 409.537 personas superan los 65 años, lo que equivale al 19% de la población total; es decir, uno de cada cinco vascos. En 1991 sumaban algo menos del 13%, lo que en números absolutos se traducía en 271.652 individuos.

Por otro lado, el cambio de costumbres y los nuevos modelos de familia han provocado que cada vez más mayores vivan solos. En la actualidad lo hace uno de cada cuatro jubilados (24,7%), mientras que en 1993 el porcentaje apenas rondaba el 16%. A medida que aumenta la edad, también se incrementa la soledad: a los 80, son casi tres de cada diez.

El tradicional hogar tipo ‘Cuéntame’ de los años 70, en el que el matrimonio y los hijos compartían casa con uno de sus ascendientes -generalmente, la abuela- es cada vez menos frecuente. Los casos en los que los hijos acogen a sus progenitores han pasado en ese periodo de suponer el 15,4% a apenas el 3,6%. En las estadísticas se adivina asimismo un nuevo fenómeno sociológico, propiciado sin duda por la carestía de la vivienda y la crisis: el número de mayores que abren la casa a sus descendientes ha aumentado en cinco puntos en la última década.

Envejecimiento de la vejez

Esta tendencia -todo apunta a que en 2060 la mitad de los vascos serán octogenarios- ha hecho que los expertos hablen ya del ‘envejecimiento de la vejez’: personas cada vez más mayores, aquejadas de multipatologías crónicas y un alto grado de dependencia y, en cada vez más casos, viviendo solos.

También se ha acuñado una nueva expresión, en ocasiones una quimera: ‘envejecer en casa’.
El deseo de los ancianos de permanecer el mayor tiempo posible en su entorno y el alto coste de las residencias ha disparado en los últimos tiempos la demanda de reformas para adaptar el domicilio con un doble objetivo: mejorar su calidad de vida y retrasar lo más posible su traslado a un centro asistencial.

Los hijos de Milagros ya se han puesto en contacto con los responsables de Gizatek, un servicio foral de promoción de la autonomía personal que, además de asesorar a los interesados en el tipo de adaptación que más le conviene, concede subvenciones tanto para las obras como para la adquisición de productos de apoyo.

El año pasado, Gizatek atendió a cerca de 4.600 personas, un 50% más que en 2009, y tramitó 1.141 peticiones de ayudas para la compra de artículos -grúas, camas articuladas y motorizadas, colchones antiescaras-, lo que representan un incremento de un 60%. 137 expedientes estuvieron relacionados con la reforma de las viviendas, sobre todo de baños.

En Álava, la Fundación Mejora de la Caja Vital puso en marcha en 2002 un programa de ayudas, en colaboración con el Ayuntamiento de Vitoria, para facilitar las reformas funcionales de las viviendas. Desde entonces, los mayores pueden optar a subvenciones a fondo perdido – cuyo importe alzanza hasta el 90% del coste de la obra en los casos de personas con escasos ingresos- y préstamos a interés cero. Este año, ha concedido 354 ayudas -el pasado fueron 200-, 155 de ellas relacionadas con adaptaciones en el hogar.

Un nuevo mercado

En este contexto, las empresas de construcción dedicadas a las reformas «están encontrando un nuevo mercado», reconoce la responsable del servicio de asesoramiento a personas mayores del Igualatorio Médico Quirúrgico (IMQ), Isabel Real de Asúa.

Dos de cada diez consultas sobre dependencia que atiende están relacionadas con las ayudas técnicas en el hogar y «cada vez son más», apunta. «En este asunto es esencial estar bien asesorado, ya que de ello depende que puedan beneficiarse de un ahorro sustancial en el presupuesto». Los baños, y «más concretamente las reformas de las bañeras», así como las ayudas técnicas en los dormitorios, son los aspectos que suscitan más interés. «En ocasiones, para rebajar la factura se suele reubicar el dormitorio en la sala o en la estancia con mayor accesibilidad», apunta. El coste es tan variado como el abanico de posibilidades. «Quitar la bañera puede salir por unos 3.000 ó 4.000 euros, pero también hay casos en los que con una simple silla giratoria que cuesta unos 150 euros se pasa de tener un peligro en casa a un cuarto de baño muy cómodo», apunta.

También proliferan las tiendas especializadas, como Abuelo Actual, que ofrecen un variopinto catálogo de productos para hacer la vida más fácil a los mayores. Desde un simple ponemedias a teléfonos con grandes teclas o enhebradores de agujas, la variedad es infinita. «Además, ofrecemos un servicio de reformas, que estudia cada caso.

Hay quien cuando detecta la necesidad decide cambiarlo todo, aunque también hay muchos que por una cuestión económica optan por parchear con un elevador, un asiento giratorio…», comenta la gerente del establecimiento bilbaíno, Inés Venero. Un pequeño detalle que puede ahorrar un serio problema de salud al anciano y «facilitar también la vida y el trabajo del cuidador».

www.elcorreo.com/alava/v/20110213/pvasco-espana/mayores-viven-ascensor-pisos-20110213.html



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