22 Nov 1 de cada 6 personas mayores se siente maltratada, y en el 90% de los casos por un familiar.
Una realidad silenciada que Fundación Mémora ha querido visibilizar con una charla con expertos, que remarcan la necesidad de «hablar del maltrato».
Gemma Martí
Las cifras estremecen: una de cada seis personas mayores es víctima de maltrato; en el 90% de las situaciones por parte de un familiar. Y sólo se denuncia el 4% de los casos, según datos de la Organización Mundial de la Salud. A pesar de que el 26% de la población conoce de cerca casos de maltrato a personas mayores, ésta es una realidad silenciada. El miedo y la vergüenza son los dos sentimientos que explican por qué una persona que sufre maltrato físico o psicológico no le denuncia, según las conclusiones del estudio «Percepción que la población tiene de los malos tratos a las personas mayores», elaborado por el Asociación para la Investigación del Maltrato a las Personas Mayores (EIMA) y el Departamento de Trabajo Social y Servicios Sociales de la Universidad de Barcelona (UB). Además, a menudo las personas de mayor edad no disponen de información dónde hacer la denuncia, tienen limitada la capacidad de comunicarse, piensan que no se les creerán o desconfían de la justicia.
Aunque existen situaciones en las que es muy evidente, en otras es difícil concretar qué no es un buen trato. La OMS, en la Declaración de Toronto, define el maltrato a las personas mayores como «la acción única o repetida, o la falta de respuesta adecuada, que provoca daños o angustia a una persona mayor y que se produce en cualquier relación donde existe una expectativa de confianza».
La psicóloga y gerontóloga Elena Fernández impartió la charla «El maltrato psicológico: una realidad invisibilizada», organizada por la Fundación Mémora, de Grupo Mémora. Esta entidad se propone aportar valores que vayan más allá del servicio funerario, comprometiéndose a proporcionar ayuda a la sociedad apoyando y mejorando la atención a las personas que viven el fin de vida o un proceso de duelo. En la citada conferencia, Elena Fernández remarcó la necesidad de hablar del maltrato, «porque es una realidad muy compleja y actúan muchas variables». Por eso, disponer de información, conocer, describir y saber definir los malos tratos es el mejor medio para prevenirlos y evitarlos. «No se puede tratar lo que se desconoce», afirma la experta.
Tipo de maltrato y abuso
Hay muchas formas de maltratar o aprovecharse de la gente mayor. En la mayoría de los casos se ejecuta desde una posición de poder y de forma intencionada, aunque pueden producirse situaciones en las que se hace inconscientemente. Entre los distintos tipos de maltrato encontramos:
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Físico. Es el resultado de provocar algún tipo de daño corporal a la persona mayor, como golpes, empujones, bofetadas, pellizcos, etc. También se considera maltrato físico cuando se le retiene contra su voluntad, sea encerrada en una habitación o atada a una cama, por ejemplo.
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Emocional o psicológico. Tiene lugar cuando se insulta a la persona mayor, se le llaman palabras hirientes, humillantes o amenazas, se le habla a gritos sin necesidad o se le ignora repetidamente. También es maltrato emocional cuando se impide a la persona ver a sus familiares y amigos.
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Negligencia. Es cuando no se da respuesta a las necesidades de la persona mayor, sean físicas, emocionales o sociales. También se considera negligencia cuando no se le alimenta, no se le proporcionan los medicamentos que necesita o no se le permite el acceso a atención médica.
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Abuso financiero. Es el robo de dinero o pertenencias, como el cobro de la pensión, la falsificación de cheques, el uso de las tarjetas de crédito y las cuentas bancarias de otra persona sin permiso.
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Abuso sexual. Cuando la persona mayor está obligada a presenciar o a ser parte de actos sexuales.
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Abandono. Dejar sola a una persona de la tercera edad que necesita atención, y sin prever que alguien se haga cargo.
Micromaltratos en el día a día
Entre el buen trato y el «mal trato» intencionado, hay situaciones en las que una persona puede sentirse maltratada o bien que alguien la maltrate inconscientemente. «Podemos hablar de micromaltratos en la cotidianidad, en el día a día, y todas las personas somos susceptibles de recibir malos tratos o producirlos», explica la psicóloga Elena Fernández durante la charla organizada por la Fundación Mémora.
Fernández pone el ejemplo de una situación cotidiana: una hija que acompaña a la madre al médico. La hija ve que llegan tarde, va deprisa y casi hace correr a la madre, que camina a paso lento. Le pide que se apresure, y la madre lo intenta, aunque sufre para seguir el paso de la hija, pero calla. «En este caso, la hija ejerce un micromaltrato del que no es consciente, pero genera en la persona mayor una situación de angustia y baja autoestima porque se siente vieja, inútil, no puede seguir el ritmo de la hija…». «A su vez, –añade la experta– la hija tampoco se siente bien haciendo correr a la madre». Como conclusión, la psicóloga apunta: «Que no haya mala intención –como puede ser este caso– no quiere decir que no genere impacto, que no haya maltrato, y eso ocurre mucho en las relaciones cotidianas».