¿Qué es el Edadismo?

Edadismo es la discriminación por razón de edad, especialmente hacia las personas mayores.

La Real Academia de la Lengua (RAE) incorporó a finales de diciembre del año 2022 la palabra edadismo al Diccionario de la Lengua Española (DLE) definiéndola como la “discriminación por razón de edad, especialmente de las personas mayores o ancianas”.

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Una vez definido el edadismo, muchas personas podrían preguntarse ¿y en qué consiste esta discriminación por razón de edad?
Siguiendo el DLE, podemos definir la discriminación como “dar trato de inferioridad a una persona o colectividad por motivos raciales, religiosos, políticos, etc.”.
La Constitución Española en su artículo 14 proclama el derecho a la igualdad y a la no discriminación, recogiendo una serie de motivos de discriminación al que se ha añadido expresamente la edad, a través de la reciente Ley 15/2022, de 12 de julio, integral para la igualdad de trato y la no discriminación, lo que significa que nadie debe ser discriminado por su edad.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) publica en el año 2021 el Informe mundial sobre el edadismo a través del cual proporciona un marco de acción para reducir el edadismo. En el referido informe se definía el edadismo a través de la siguiente categorización:
Las 3 dimensiones del edadismo
Podemos mirar la edad desde tres dimensiones cómo pensamos, sentimos y actuamos respecto a ella. Cada una muestra una forma distinta de relacionarnos y de reproducir (o evitar) el edadismo en nuestra vida diaria.
Cómo pensamos
Estereotipos

Los estereotipos son las imágenes o ideas aceptadas comúnmente por un grupo o sociedad con carácter inmutable. Sinónimos: clichés, tópicos.

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Por ejemplo, los medios de comunicación suelen transmitir imágenes estereotipadas de personas mayores siendo cuidadas por otras personas o bien realizando talleres para adultos cuando la realidad es mucho más diversa que esa, esto provoca que la sociedad tenga una idea estereotipada y homogénea de las personas mayores, con tópicos como que todos los adultos mayores precisan de cuidados para sus actividades diarias o que éstos permanecen activos realizando unas actividades concretas que le son dadas. Sin embargo, la realidad de las personas mayores es mucho más rica y heterogénea, vale la pena acercarse a ella.

Cómo nos sentimos
Prejuicios

Son opiniones previas y tenaces, por lo general desfavorables, acerca de algo que se conoce mal.

 

 

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Se puede apreciar cómo interactúan estas tres dimensiones del edadismo. Precisamente los tópicos sobre el envejecimiento, como podría ser la idea de que ser mayor implica irremediablemente estar enfermo o una mayor incapacidad, llevan a que, fruto de este desconocimiento sobre la vejez, tengamos una fuerte opinión desfavorable acerca de las personas mayores, esto es, prejuicios. La mejor cura para los prejuicios hacia el envejecimiento es ampliar nuestro conocimiento.

Cómo actuamos
Discriminación

Es la acción y el efecto de discriminar, que es dar trato desigual a una persona o colectividad por motivos raciales, religiosos, políticos, de sexo, de edad, de condición física o mental, etc.

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De nuevo podemos observar cómo estas tres dimensiones se relacionan unas con otras. El “cómo pensamos” y “cómo sentimos” acaba perfilando “cómo actuamos”, de manera que la falta de conocimiento sobre las personas mayores, los tópicos sobre ellas y la mala opinión sobre la vejez nos llevan finalmente a tratar desfavorablemente a las personas mayores solo por su edad, lo que puede conllevar un trato injusto hacia esas personas en ámbitos como la salud, la educación, el empleo, etc., llegando a vulnerar sus derechos fundamentales.

Los tres escenarios del edadismo

El edadismo puede aparecer en tres escenarios: entre las personas, en las estructuras y dentro de uno mismo.

Institucional

El edadismo institucional se refiere a las leyes, reglas, normas sociales, políticas y prácticas de las instituciones que restringen injustamente las oportunidades y perjudican sistemáticamente a las personas en razón de su edad.

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Cuando un paciente es excluido de un tratamiento sanitario únicamente en razón de su edad, nos encontramos ante un caso de edadismo institucional.

Interpersonal

El edadismo interpersonal surge en las interacciones entre personas. Emplear expresiones infantilizadoras hacia mayores, ya sea al convivir o al referirse a ellas, es un ejemplo de este tipo de edadismo.

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Algunos ejemplos de estas expresiones: “los mayores son como niños”, “abuelitos”, “nuestros mayores”. A pesar de que en muchas ocasiones estas palabras se emplean con una buena intención, resultan muy perjudiciales, tanto para quienes las reciben, ya que estamos ubicando a estas personas en una masa homogénea sin tener en cuenta sus características particulares, para quienes las emiten ya que demuestran una falta de conocimiento hacia la diversidad en la vejez y, por último, para toda la sociedad ya que el uso de expresiones infantilizadoras hacia las personas mayores va construyendo un imaginario muy limitado acerca de la vejez, lo cual repercutirá negativamente en todos nosotros.

Autoinfligido

El edadismo autoinfligido, también llamado autoedadismo, se produce cuando se interioriza el edadismo y se vuelve contra uno mismo.

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Cuando una persona se limita a sí misma a la hora de emprender un nuevo proyecto, iniciar una actividad de ocio o simplemente vestirse de una determinada forma únicamente en razón de su edad, está siendo edadista consigo misma. Este tipo de edadismo es muy nocivo y resulta muy complejo actuar contra él ya que surge de ideas preconcebidas sobre la vejez y sobre nosotros mismos. Los límites y las “cosas adecuadas para cada edad” no existen como tal, son concepciones aprehendidas por la cultura que nos rodea, lo que realmente importa es qué es lo que queremos, podemos y deseamos hacer y cómo nos facilita el entorno nuestro propio desarrollo.

Las tres expresiones del edadismo

Las tres expresiones del edadismo nos ayudan a reconocer cómo se manifiesta en la vida real y qué podemos hacer para cambiarlo. Todas están conectadas y se influyen entre sí.

Claves para reconocer, evitar y comprender el edadismo en la vida diaria

Glosario:
palabras que importan

Conoce los hechos relacionados con este tipo de discriminación y cómo afectan a la vida diaria de las personas mayores.

Determinantes e indicadores
Los siguientes determinantes e indicadores nos permiten comprender la diversidad dentro de las personas mayores. Uno de los obstáculos para luchar contra el edadismo es precisamente la falta de datos sobre las personas mayores, o bien que los mismos se engloben en un grupo etario a partir de 65 años, olvidando la enorme heterogeneidad y diversidad que existe dentro del grupo de personas mayores.

Preguntas frecuentes

¡Te dejamos más ejemplos edadistas con posibles respuestas por si te enfrentas o ves algo parecido!

¿Alguna vez has creído saber cómo piensa, cuáles son sus ideas o cómo es el carácter, simplemente por ser una persona adulta-mayor? Si es así, has caído en el edadismo.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) lo define como la forma de pensar (estereotipos), sentir (prejuicios) y actuar (discriminación) con respecto a los demás o a nosotros/as mismos/as por razón de la edad.


Puede afectar tanto a personas mayores como a personas jóvenes por su falta de experiencia, pero generalmente se asocia con la discriminación hacia personas de mayor edad.

El edadismo impide a las personas disfrutar plenamente de sus derechos humanos y daña su existencia, su calidad de vida y hasta merma su longevidad.

No. Aunque suele dirigirse principalmente a personas mayores y generalmente se asocia a ellas, también puede afectar a personas jóvenes en ciertos contextos, por ejemplo, cuando se les niega responsabilidad o autoridad por su edad. También puede afectar a los jóvenes la dificultad para encontrar un empleo por creencia de falta de capacidad. Por lo tanto, el edadismo, en general, es cualquier forma de discriminación basada en la edad a cualquiera.

El edadismo tiene su origen en diversos factores, como los prejuicios culturales, los estereotipos negativos sobre el envejecimiento, la falta de educación intergeneracional y la visión productivista de la sociedad, que valora menos a las personas que ya no se encuentran en edad laboral. Además, influyen los medios, creencias personales y políticas públicas poco inclusivas.

 

Los medios pueden perpetuar el edadismo al representar a las personas mayores como dependientes, enfermas, frágiles o poco relevantes. Sin embargo, los medios también tienen el poder de contrarrestar estos estereotipos mostrando representaciones positivas y diversas del envejecimiento.

Existen varios determinantes e indicadores que nos ayudan a comprender sus dimensiones:

 

  • El 50% de las personas en el mundo es edadista.
  • Gran parte de la población percibe el envejecimiento como negativo y esta es una de las bases para que germine el edadismo.
  • 1 de cada 3 personas europeas de mayor edad ha sido víctima de edadismo.
  • En España, el 45% de las personas mayores ha sufrido las consecuencias de la discriminación por la edad.
  • El edadismo es la 3ª forma de discriminación más común, después del sexismo y del racismo.

Sí, las mujeres mayores sufren doble discriminación, por ser mayor y por ser mujer. Además, las mujeres tienen mayor longevidad que los hombres, en todo el mundo.

 

Una forma de microedadismo muy común hacia las mujeres está relacionada con los cánones de belleza. Se le conoce con el término aspectismo y consiste en la discriminación basada en el aspecto físico. A las mujeres mayores no se les considera bellas, ya que la belleza culturalmente está asociada a la juventud.

 

El transcurrir de la vida, nos afecta a todos los seres vivos, y, por tanto, a los humanos, y es bien distinta la consideración de la belleza de hombres maduros a mujeres maduras. ¿Por qué será?

 

Las mujeres viven más años que los hombres, y, por tanto, están más tiempo expuesto al edadismo y al autoedadismo.

 

¿Por qué las mujeres tienen que aislarse tras las pérdidas de seres queridos y los hombres no? ¿Por qué ellas se han de vestir de una determinada manera, que las señala, y los hombres no?

Sí, el edadismo también puede ser autoinflingido, se conoce como autoedadismo.

 

El edadismo está muy presente en la sociedad, forma parte de nuestra cultura y las personas de mayor edad pueden haber interiorizado los estereotipos negativos que pesan sobre ellas y actuar en consecuencia, afectando a su salud y bienestar. En todas las edades se produce el edadismo.

 

Cuando existe la creencia de que al envejecer no podemos, no somos capaces, no debemos, ya no nos toca, eso es autoedadismo y responde a la opinión de lo que debe y no debe ser y hacer una persona según su edad. Y ese autoedadismo aprendido desde la niñez, lo trasladamos a las vivencias adultas.

 

Ejemplos: “estoy mayor para…”, “con esta edad mejor no…”, “a mi edad…”.

 

En resumen, estas ideas son autodiscriminación, respondiendo a lo que hemos aprendido a lo largo de la vida, a lo que nos hemos creído y sentimos como evidente.

 

Las personas que tienen mayor autoestigma relacionado con la edad, presentan más síntomas psicológicos, más discapacidad y mayor probabilidad de muerte.

El edadismo en las sociedades contemporáneas se apoya en valores como el productivismo y la juventud como ideal. A esto se suma el aumento de la velocidad en la forma de vivir, incentivado por el avance tecnológico. Estos valores privilegian lo adaptable e instantáneo, marginando a quienes no encajan en ese ideal.

 

El cuerpo mayor se carga de significados negativos: fragilidad, lentitud, enfermedad. Estas asociaciones simbólicas contribuyen al rechazo o la invisibilización social de las personas mayores.

 

Objetos como los “productos anti-edad”, la publicidad de rejuvenecimiento o, incluso, el diseño de espacios urbanos poco accesibles, son símbolos materiales del edadismo. Estos elementos refuerzan la idea de que envejecer es algo que debe ocultarse o corregirse.

 

Existen numerosos recursos que analizan el origen e impacto de estas ideas en la sociedad.

El edadismo se produce en todos los contextos sociales:

 

  • En las leyes y las normas.
  • En las políticas sociales.
  • En las prácticas institucionales.
  • En los servicios y recursos públicos y privados: sanidad, empleo, vivienda, medios de comunicación, seguros, cultura, entretenimiento, etc.
  • En las relaciones interpersonales.
  • En la propia persona (autoedadismo).

Las percepciones sobre la vejez difieren ampliamente según la cultura. En muchas sociedades, las personas mayores son consideradas guardianas del conocimiento y la memoria colectiva. Esta visión contrasta con la más extendida en Occidente, donde a menudo se las asocia con el deterioro o la inutilidad. El edadismo no es universal, sino una construcción cultural.

 

Históricamente, los ritos de paso que celebraban la vejez estuvieron extendidos por distintos continentes, aunque hoy solo se conservan en algunos lugares. Alcanzar el estatus de “anciano” o ser considerado un “sabio” ha sido, y sigue siendo en muchas culturas, un gran honor: estas personas son celebradas y respetadas por su experiencia vital y por la fuerza que implica llegar a esa etapa.

 

Del mismo modo que el edadismo no está presente en todas las culturas, tampoco lo ha estado en todas las etapas de la historia humana. El edadismo, tal como lo entendemos hoy, es un fenómeno reciente, vinculado a la rapidez.

 

Con el tiempo, la percepción de las personas mayores ha ido transformándose según la organización social. En el último siglo se ampliado casi al doble la esperanza media de vida de las personas en los países desarrollados, e incrementándose considerablemente en el resto, a esta revolución de la longevidad hemos de sumar los cambios tecnológicos, la manera de aprender y atesorar conocimiento, el establecimiento de la jubilación para un colectivo creciente, etc.

El edadismo:

 

  • Origina y fomenta la exclusión y marginación de las personas de mayor edad.
  • Fomenta la pérdida de identidad de las personas mayores.
  • Provoca desconexión social.
  • Infantiliza y les resta capacidades.
  • Genera y mantiene relaciones de poder.
  • Fuerza a las personas de mayor edad a un rol pasivo.
  • Despersonaliza a las personas de mayor edad en la vejez y contribuye a la deshumanización.
  • Dificulta la visibilización de la heterogeneidad en las personas de mayor edad.

 

El edadismo afecta negativamente a la salud y al bienestar de las personas de mayor edad, reduciendo la esperanza y la calidad de vida y provocando aislamiento y soledad:

 

  • En la longevidad: provoca una muerte más temprana. La esperanza de vida se reduce 7,5 años, según la OMS.
  • En la salud: peor salud física y mental.

– Mayor deterioro funcional.
– Mayor presencia de enfermedades crónicas.
– Mayor número de eventos médicos agudos.
– Mayor número de hospitalizaciones.
– Acelera el deterioro cognitivo.
– Genera depresión.

  • En las conductas de riesgo: aumentan las conductas de riesgo como fumar, mala alimentación, sedentarismo, etc.
  • En el bienestar: menor calidad de vida y mayor probabilidad de encontrarse aisladas o en soledad.

El edadismo alimenta prejuicios que separan y aíslan a las generaciones. Esto provoca una pérdida de espacios de encuentro y de disfrute de experiencias mutuas, además de impedir la creación de sociedades más flexibles y comunitarias. Sin embargo, cuando se promueven relaciones intergeneracionales basadas en el respeto mutuo, ambas partes se pueden enriquecer, reduciendo estereotipos y construyendo relaciones más inclusivas.

 

Por otro lado, el edadismo debilita la transmisión cultural entre generaciones. En muchas sociedades modernas, los mayores han dejado de ser considerados fuentes de sabiduría. Esto rompe los vínculos intergeneracionales y empobrece la cultura compartida.

Hablar de edadismo es fundamental porque:

 

  • Se trata de una forma de discriminación silenciosa y normalizada que atraviesa todas las etapas de la vida.
  • Es una discriminación olvidada e invisibilizada.
  • Al visibilizarlo, no solo reconocemos las barreras y estereotipos que limitan derechos y oportunidades, sino que también promovemos una sociedad más justa, donde la edad no sea un motivo para excluir, infantilizar o invisibilizar.
  • Poner el tema sobre la mesa nos permite cuestionar actitudes cotidianas, impulsar cambios en las instituciones y garantizar que todas las personas, sin importar cuántos años tengan, puedan vivir con dignidad, autonomía y respeto.

 

Visita nuestra campaña “Con la edad no se juega” y conoce los materiales para defender los derechos de las personas mayores.

  • Cambiar tu percepción y romper con los estereotipos negativos hacia las personas de mayor edad. Infórmate, cambia tu percepción y te sorprenderás cómo ha cambiado el mundo y su demografía en el último siglo. Estamos inmersos en la revolución de la longevidad.
  • Ofrecer un trato igualitario a todas las personas independientemente de su edad. Siempre nos sentimos la misma persona. No se piensa en la edad que se tiene.
  • Reconocer que las personas de mayor edad son todas diferentes. Son seres únicos que llevan una gran mochila de experiencias vividas a sus espaldas.
  • Valorar el papel de las personas de mayor edad en la sociedad, ya que siguen siendo parte fundamental de la misma. Contribuyen con sus familias en los apoyos que precisan y cada día más son participantes activos y comprometidos y contribuyen de forma creciente a la economía del país.
  • Participar en actividades intergeneracionales, te dará una visión diferente de las personas que envejecen.
  • Denunciar situaciones, servicios, actuaciones… discriminatorias para con las personas de mayor edad. El Defensor del Pueblo, es el órgano adecuado.
  • Participar en la creación de un movimiento social de lucha contra el edadismo. Todos vamos a ser muy mayores, construyamos a una vida plena hasta el último día.

 

Detener el edadismo es tarea de todas las personas. No seas cómplice: hoy son otras, mañana podrías ser tú.

  • Eso no me hace gracia.
  • No creo que puedas hacer esas generalizaciones basadas en la edad de alguien.
  • Eso suena discriminatorio.
  • La gente puede ser así a cualquier edad.
  • Ese comentario me hace sentir incómodo/a, inútil, invisible, irrelevante.
  • Me pregunto si has considerado el impacto de tus palabras.
  • Puede que no te des cuenta, pero…
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