Ramona, 83 años: «Mis amigas me preguntan que cómo es posible que tenga este cuerpazo y esta salud».

Ramona, 83 años: «Mis amigas me preguntan que cómo es posible que tenga este cuerpazo y esta salud».

Una delicada situación personal llevó a esta jubilada a hacer entrenamiento de fuerza. Hoy es un ejemplo para muchos.

2024. ABC

Ana I Martínez

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Ni Ramona Gorraiz (83 años), jubilada, ni Ainara Chocarro (23), entrenadora personal y nutricionista, pensaron jamás que el destino les tenía preparada una sorpresa: unirlas. Los sesenta años de diferencia que les separan no ha sido impedimento alguno para que ambas hayan decidido unir su experiencia y conocimiento para lanzar un claro mensaje a la población sénior: el ejercicio de fuerza es vital, con independencia de la edad que uno tenga.

Tras un encuentro fortuito, ambas han creado una gran comunidad en Instagram: @fityempoderadas, donde rompen las normas del fitness y divulgan sobre la importancia de gozar de una buena salud a cualquier edad, cuidando también la alimentación.

«Decidí entrenar fuerza cuando, por desgracia, a mi marido le dio un infarto cerebral», cuenta Ramona en esta entrevista. Con ella y con Ainara hablamos de ejercicio y alimentación, pero también del duelo, la soledad o de la actitud ante la vida.

-¿Cómo os conocisteis?

Ainara Chocarro (AC): Fue de manera casual, en un gimnasio. Cada una estaba haciendo su rutina. Empezamos a hablar porque ella, como siempre dice, es la presidenta del gimnasio y yo era nueva. ¡Es tan sociable! Me contó que siempre venía a entrenar y que tenía 83 años. ¡No me lo creí! Me explicó que, desde que entrenaba, se sentía muy bien, lo disfrutaba mucho, lo que significaba para ella a nivel mental, lo empoderada que se siente… Como creo contenido en Instagram, le dije: ‘Quiero hacer contigo un vídeo porque lo que me estás contando puede inspirar y ayudar a muchísimas mujeres’. Lo hicimos y se viralizó. Se hizo tan popular que la gente nos mandó sus dudas acerca de cómo entrenar y alimentarse porque aspiraban a tener una vida tan activa como la de Ramona. Las dos nos dimos cuenta de que hay un sector que la sociedad ha olvidado: el de la tercera edad. Entre los jóvenes, el entrenamiento de fuerza está en auge pero no entre los séniores porque parece que ‘no es para ellos’. Por eso decidimos unirnos y crear contenido para este público: es fundamental que entiendan que se trata de salud, no de estética.

-Ramona, ¿has hecho deporte toda la vida?

Ramona Gorraiz (RG): ¡Que va! Tengo 83 años, ¡vengo de la posguerra! Entonces, tenías que subir escaleras, había poca comida aunque muy sana, íbamos andando a todos los lados… Y, aunque todo ha ido evolucionando, seguía subiendo y bajando escaleras porque es parte de mi vida. En mi casa, siempre me inculcaron la importancia de cuidar la salud y llevar una buena alimentación. Todo esto ha cambiado mucho.

AC: La alimentación que había en su época no tiene nada que ver la actual, donde el marketing ha influido mucho. Para ella, cómo se alimenta hoy la gente es algo inusual.

-Pero eres abuela, tienes hijos… ¿Cómo has alimentado a tu familia?

RG: Soy de hacer olla, comida sana de verdad. Soy incapaz de hacer una pizza. No sé hacerla y tampoco me interesa. Me la como si salgo… aunque tampoco es que me pirre este tipo de comida porque a mi estómago no le sienta bien puesto que no está acostumbrado. Hago escudella, por ejemplo. Antes le ponía gallina y ahora pollo aunque sí es verdad que le quito, por ejemplo, la piel, las grasas… porque no son buenas. Como también mucha verdura, legumbre, que es muy sana. ¡La gente se ha olvidado de la legumbre! Mis nietas me piden que les haga lentejas y me preguntan que si engordan y les digo que no, que lo que engorda es lo que comen ellas. ¡Mi dieta es muy sana! Eso no quiere decir que un día me coma un bollo pero es que… tampoco me gusta.

-Cuando uno está habituado a una cierta alimentación, no admite igual los ultraprocesados.

AC: Cierto. Tu estómago se adapta a lo que le das. Si tú constantemente estás alimentándote de ultraprocesados, le acostumbras a ello. Si comes sano, igual. Hay que cuidarse porque el cuerpo lo nota, tanto por fuera como por dentro, haciéndose revisiones y analíticas para saber qué nutrientes o vitaminas pueden faltarte. Hay que procurar que la mayor parte de nuestra alimentación provenga de alimentos naturales pero, como decía antes, la nueva forma de comer ha venido para quedarse. Y sólo por comodidad, tendemos a coger en el supermercado el plato preparado en vez de hacer la olla de legumbres, como dice Ramona. Ha cambiado nuestra manera e alimentarnos.

RG: No lo puedo entender. Incluso a mis nueras, les digo: ‘¿Qué cuesta llegar a casa, porque yo también trabajaba y muchas más horas de lo que se trabaja ahora, y cocinar?’. En mi caso, llegaba y, tras reposar un poco, me dejaba la comida casi hecha para el día siguiente. Pero esto de ir y comprar un táper de comida… Luego mis amigas me dicen: ‘¿Cómo es posible que tengas este cuerpazo y estés con esta salud?’. Porque, otra cosa te digo: me quiero un montón y me siento una mujer empoderada. Te lo digo con la boca bien grande. Por eso, tampoco puedo entender que la gente no se haga una revisión médica anual. Yo me las hago porque quiero saber cómo está mi cuerpo. ¡Que voy a comprar todo menos la vida porque no se vende!

AC: Una persona no da el paso a hacerse una revisión si no se encuentra mal o tiene un problema de salud. ¿Por qué no cuidarse para prevenir?

-¿Qué tiene que suceder para que una persona cambie el chip y deje de estar en el sofá mirando el móvil? ¿Cómo combatir la pereza? Porque seguro, Ainara, que mucha gente te dice: ‘Ojalá pudiera pero es que…’

AC: Creo que la gente no tiene claro lo que le va a aportar el ejercicio y hay que saberlo porque de nada vale hacer las cosas de manera forzada. Es muy importante disfrutar con lo que hagas. También creo que influye la educación que recibes en casa. A mi me inculcaron la necesidad de hacer deporte y me he pasado años probando unos u otros pero, como no los disfrutaba, los dejaba. Por eso, hay que explicar qué aporta el ejercicio de fuerza, por ejemplo, que hay muchas maneras de trabajarlo. Cada uno tiene que encontrar su manera para que te apetezca levantarte e ir al gimnasio.

Ramona, ¿por qué empezaste a entrenar?

RG: Lo mío es interesante. En los años 70′, se puso de moda el aerobic e iba con mis mallas y calentadores a clase cuando podía porque tenía que trabajar, tenía mis empresas, era joven, madre… Y, luego, en Andorra, andamos mucho, no tiene nada que ver con la vida que lleváis en las grandes ciudades. Notaba cierto bienestar. Pero cuando me di cuenta de que necesitaba realmente de mi cuerpo fue cuando, por desgracia, a mi marido le dio un infarto cerebral. Al principio, estuvo en el hospital y eran los sanitarios quienes se encargaban de todo. Pero cuando me comunicaron que me lo tenía que llevar a casa, me dijeron: ‘Piénsatelo muy bien porque quizás sería mejor llevarlo a una residencia’…

-Él no se podía mover, ¿no?

RG: No. Me negué a llevarlo a una residencia porque si algo tengo claro es que soy lo que soy gracias a mi marido. Me casé muy joven y terminé mi carrera una vez casada gracias a él. Continué con un máster… Mi esposo era de diez y se merecía todo y más. Era imposible moverle así decidí estar con él por las mañanas y, por las tardes, agruparle todas sus terapias para que yo, mientras, pudiera ir al gimnasio a ponerme fuerte para tener la libertad de viajar, de movernos…. ¡Necesitaba cuidarme para poder cuidar! Él sufría mucho y yo siempre le decía que teníamos una nueva vida, que el pasado, pasado está y que íbamos a empezar de cero. Jamás quise implicar a mis hijos porque ellos tienen sus vidas. Poco a poco, fui consiguiendo logros.

AC: No sabes lo que implica trabajar la fuerza hasta que te pasa algo así. En su caso, su marido, que no podía valerse por sí mismo y ella necesitaba moverlo de la cama, llevarle al baño, asearle… Y entrenar la fuerza le iba a permitir afrontar la situación. ¡Era una persona de casi 80 kg!

RG: ¡Que a veces se caía!

-¿Cómo levantas tú a una persona de 80 kg?

RG: ¡Lo hacía de diez! ¡Despiertas la imaginación! Trabajé mucho cómo poder lograrlo. Cuando me faltó, tenía una ausencia de todo… Una incapacidad de saber qué quería… ¡Nos implicamos tanto! A veces, él llorando, me decía que por qué teníamos que salir. Y yo le decía: ‘¿Perdona? Es mi vida, no la tuya’. No teníamos por qué restar en nuestras vidas. Esto requiere también de un esfuerzo mental. Si haces trabajar al cerebro…

– ¡Es que el cerebro es un músculo más!

RG: ¡Y muy importante!

AC: El ejercicio de fuerza favorece también la actividad cerebral. Y hay evidencia científica de cómo previene ciertas enfermedades. Ramona tiene una gran memoria.

-¿Llevas un plan de entrenamiento?

RG: No. Al gimnasio no se puede ir como si supusiera un sacrificio. Sé lo que tengo que hacer porque llevo mucho años yendo. Si cuando llego, veo que hay pilates o yoga y, me apetece, me meto a la clase. O no, porque quizás prefiero coger mis pesas y trabajar las piernas. Voy de 18:00 a 22:00 horas.

– ¿Todos los días?

RG: ¡Hombre, claro! ¿Tú sabes también lo que te ayuda a relacionarte con la gente? Me autoproclamé presidenta del gimnasio. Con el tiempo, me di cuenta de que no iba gente mayor y me percaté de que me llevaba 50 años con los que estaban por allí. ¿Sabes cuanto aprendes con la juventud? Esto también alimenta el cerebro. ¡No tengo amigas mayores! Todas van con el tacatá. Yo no. De verdad te lo digo.

-Claro, porque envejecemos y nos vamos moviendo cada vez menos ….

RG: Eso es, así que salgo y, te lo puede decir Aina, con chicos de 30 años, 35, matrimonios… ¡Tengo amigos en todas partes! Organizo cenas, hablo con todo el mundo…

-Muchos de nuestros lectores pensarán que quieren ser como tú, Ramona…

RG: ¡Ojalá tengan esa intención!

AC: Ella una inspiración, motivación de que es posible. Otros pensarán que es genética, que no ha trabajado, que no es cierta su edad o que no ha tenido hijos. Pero ponerse excusas y pensar que lo de Ramona no es posible, sólo te impide avanzar. Cada uno decide cómo quiere verla.

RG: Y otra cosa: soy viuda desde hace siete años. ¡No sabes lo que es quedarte sola estando ocupada las 24 horas del día! Fíjate hasta donde llega la mente, porque situaciones como la que pasé hay miles y tampoco he tenido una vida fácil, pero con mi marido, me levantaba cada dos horas a darle la medicación. Y lo hacía de manera automática, ¡no necesitaba un despertador! Cuando él murió, fui al médico, y le dije que cómo lo iba a hacer para dormir. Me dijo: ‘Trabaja la mente. No te voy a dar nada’. Duermo toda la noche del tirón. ¡Todo está en la mente! Querer es poder.

– Ainara, ¿cualquier momento es bueno para empezar a entrenar fuerza?

AC: Por supuesto. Y, como todo en la vida, necesitas tener tres cosas. La primera, herramientas e información. En segundo lugar, confianza. Y en tercero, saber que es viable viendo a gente como a Ramona o a mi. Es fundamental saber de qué punto partes y qué quieres lograr. E invertir en un entrenador personal para no perder tiempo, salud y dinero. Hay veces que los gimnasios abruman pero hay que dejarse ayudar.

– ¿Hay que hacer dieta?

AC: La gente tiene una mala interpretación de la palabra dieta. Yo la hago, pero me encanta comer lo que como. Hacer dieta no es más que seguir unas pautas de nutrientes y cantidades que necesitas para cumplir tu objetivo. Hacer dieta no es dejar de comer. Nosotras tenemos nuestros caprichos pero nuestro plan de alimentación se compone de unos nutrientes, como son los carbohidratos, proteínas y grasas, en las cantidades que cada una necesita.

RG: Y hay que saber escuchar al estómago. ¿Por qué en un restaurante nos comemos el plato entero sí o sí? Hay que saber qué cantidad necesitas y no engullir hasta no poder más. Y, perdona que vuelva un poco a lo de antes pero, en relación a la dieta que ha comentado Ainara, en relación a la mujer, hay que quererse.

-Las mujeres no tienden a hacerlo…

RG: Cuando naces, te mandan tus padres, tienes una obligaciones… Cuando tienes novio, lo mismo: te casas, vienen los hijos… Me parece de diez pero, cuando tus hijos vuelan, seas viuda o tengas marido, tienes que saber disfrutar de la soledad. ¡Siempre vivimos para los demás! ¿Cuándo nos toca a nosotras? Tienes que saber cuándo y cómo. En mi caso, porque me pasó lo que me pasó. Me acuerdo de una frase que mi marido me dijo poco tiempo antes de morir: ‘Acuérdate que yo me voy a ir antes que tú pero tampoco te queda tanto tiempo para disfrutar de la vida así que hazlo. ¡Es tuya! ¡Aprovéchala que lo has dado todo para los demás!’. Esto se me olvidó cuando me quedé viuda porque pasé por un duelo y, como todo el mundo, quería morirme. Un día me miré al espejo y no me reconocía. La soledad fue brutal…

-¿Cómo la afrontaste, Ramona?

RG: Fue muy duro… Fue más duro vivir la soledad que el vivir todo lo que me pasó con él… (llora). Fíjate que he estado toda la entrevista muy contenta hasta este momento en el que me has preguntado por la soledad porque es horrible. ¿Sabes que me pasó? Me casé con 19 años, con 20 fui mamá. Mi marido fue el amor de mi vida y, por eso, no supe qué era la soledad. ¿Sabes lo que me salvó también? La música. En mi casa, nada más entrar por la puerta, suena. Pero, aún así, no me llenaba en aquel momento. Hay que pasar el duelo. Pero cuando caí en aquella frase, recapacité y dije: ‘Hay que vivir, estás guapa y divina. Tienes una salud de hierro (porque nunca he estado enferma). Entonces… ¡vive tu vida!’.

AC: Somos seres sociales y nos encanta relacionarlos. Hay veces que no sabemos disfrutar de la soledad porque la vemos como algo malo. Y eso hay que trabajarlo porque el sentirse solo te puede pasar en cualquier momento y circunstancia.

-La teoría es una cosa pero la práctica…

RG: Es difícil hacerlo. Ella piensa así porque tiene 23 años. Yo, cuando experimenté la soledad, aprendí a vivir sola, que también es importante, el quererte… Voy al gimnasio porque también me vale de terapia y me lo paso fenomenal. Luego, todos los sábados me arreglo y me voy sola a tomarme un Dry Martini. Me bajo todo el Peatonal de Andorra, que está lleno de gente que va a la montaña, y con mis gafas, mi bolso y tacón… ¡Me importa un carajo todo! No me visto para los demás. Necesito encontrarme y saber quién soy: siempre lo he hecho y lo voy a hacer. Es muy importante tu soledad y el hacer lo que te dé la gana, sin depender de lo que digan o piensen.

– Se trata de vivir, que se nos olvida porque vamos en modo piloto automático.

RG: Totalmente. Y otra cosa… Jamás he dicho ‘no voy porque estoy cansada’. ¡Lo odio! ¡No es bueno! Con mi nieta pequeña me pateo la montaña. Estoy durante cuatro horas subiendo y bajando. ¡Hago todo! ¡No dejo nada pendiente!

AC: No es normal vivir sin energía. Hemos normalizado el estar cansados.

– Normal que os hayáis unido para dar a conocer a la población sénior que se puede llevar otro ritmo de vida mucho más activo y saludable.

AC: Queremos demostrar que es posible y darles las herramientas para ello. ¡Tiene que llegar el mensaje a todo el mundo! Por eso, trabajamos tres cosas: la autoestima, el entrenamiento y la alimentación.

RG: ¡Y que pierdan la vergüenza de ir a un gimnasio! ¡Piensa en ti! A mi, que me miren o no, me da igual. Tienes que hacerlo por ti, es tu salud. Haz lo que te guste, vas a encontrar a los monitores que te van a ayudar y te van a explicar lo que puedes o no hacer… ¡No hago lo de Ainara! Todo hay que adaptarlo. Y me va de diez. Cuando me agacho, no tengo necesidad de agarrarme a nada porque me levanto por mí misma. El otro día, retiré la nevera sola para limpiarla. ¿Para qué vale, si no, tanta pesa? ¡Te da libertad! Nunca he llamado a mis hijos para que me ayuden. ¡Nunca! Soy capaz de hacerlo todo.

– Muy importante porque no todo el mundo puede moverse con esa agilidad y son dependientes para muchas cosas.

RG: Hay que moverse, moverse y moverse. ¡Animo a que todas lo hagan!