05 May «El videojuego Minecraft me permitió comunicarme con mi hijo Zac, con autismo»
Keith Stuart presenta su novela «El niño que quería construir su mundo», donde cuenta la historia de un padre que quiere a su hijo Sam, con autismo, pero no le entiende.
CARLOTA FOMINAYA
En 2012 a uno de los dos hijos de Keith Stuart le dieron un diagnóstico abrumador: le anunciaron que estaba dentro del espectro autista. Las repercusiones que suponía algo así parecían insalvables entonces. Pero, en esa época, Keith empezó a jugar a los videojuegos, sobre todo a Minecraft, con sus dos hijos. Keith llevaba toda la vida jugando y desde 1995 se dedicaba a escribir sobre ellos, primero para revistas especializadas como Edge y Official Playstation Magazine y, durante los últimos diez años, para la sección de videojuegos de The Guardian, en donde asumió las labores de redactor jefe. El fructífero intercambio creativo y el inesperado florecimiento de la comunicación que se produjeron en su familia a raíz de los ratos de juego que compartían son el germen de la historia que se cuenta en «El niño que quería construir su mundo», la novela que Stuart escribió y que cobra especial relevancia hoy, en el Día Mundial de la Concienciación del Autismo.
El libro, como bien dice este periodista, «es una historia sobre un padre que quiere saber cómo comunicarse con su hijo, que tiene autismo. Un hombre que se ha olvidado de jugar, pero que está a punto de reaprender ambas cosas».
—La historia no es real pero ud describe la convivencia de una familia con un niño bajo el espectro autista como muy difícil…¿Cómo lo vive en la realidad?
—Digamos que se ha hecho mucho más fácil cuando Zac, que así se llama mi hijo, se ha hecho mayor (ahora tiene 11), pero sigue habiendo cosas que necesitamos trabajar, para saber que él se siente seguro y feliz. Se agobia con los cambios (por ejemplo, cambiar de una actividad a otra). Sencillamente, no podemos anunciarle que nos vamos todos de compras, y esperar a que se ponga la chaqueta y los zapatos para salir. Sufre con los cambios de planes rápidos. Esto hace que cada mañana dibujemos un horario muy visual con todas las actividades que vamos a realizar durante el día. Mi mujer hace un dibujo específico para cada actividad, para que él entienda cuando toca comer, cuando hacer deberes del colegio, o ver la televisión. Esto nos asegura que todo sea predecible. Otra cosa que solemos hacer es darle avisos 10 minutos antes de que se acabe el tiempo de juegos o de tele para que no se sorprenda cuando llega el momento.
Siempre estamos pensando cómo es el sitio a dónde vamos a ir por si hay cosas o situaciones que le puedan asustar. Creo que esto es común a todos los padres de niños con autismo. Si vamos al parque, automáticamente miramos si hay perros que se puedan escapar y darle un susto, o si hay un grupo muy ruidoso de niños. Siempre llevamos nuestra propia comida a los restaurantes porque solo come ciertos alimentos. Los sandwiches de jamón y los de crema de cacahuete son sus favoritos. ¡Todo consiste en anticiparse y planificar!
—Toda la familia orbita sobre un niño de estas características, según su novela. El diagnóstico siempre es un alivio… ¿Cuáles eran las sospechas sobre su hijo?
—Mi mujer fue la primera en sospechar que Zac podría tener autismo. Cuando tenía dos años presentaba un vocabulario muy pobre, limitado, no aprendía nuevas palabras. Hablaba con frases hechas que nunca cambiaba. Y se mostraba cauteloso cuando había muchos niños alrededor. Cuando con cinco empezó a ir al colegio, vieron que se quedaba aterrorizado con el ruido del patio. A mi mujer la llamaban del colegio para que fuera cada dos por tres, y ella acudía a ver qué podían hacer con él, hasta que acudimos a terapia con él. Así que, al principio solo pensábamos que tenía un vocabulario pobre hasta que nos dimos cuenta de su miedo al ruido y, también, de su fijación por las cosas que le gustaban: Superman por ejemplo fue su primera obsesión.
—Los niños no vienen con instrucciones debajo del brazo, ¿qué consejo daría cuando nace un niño con discapacidad en una familia?
—Mi consejo es que las familias acudan a grupos de apoyo, tanto cerca de casa como online. Ayuda mucho estar en contacto con otros padres en la misma situación. Porque cuidar o tratar a un niño neurológicamente diferente puede hacerte sentir muy solo. Incluso tus amigos, aunque tengan hijos, pueden encontrar difícil entender tu situación. También es importante saber y entender las cosas que a tu hijo le gustan, las cosas que le interesan y le hacen feliz. Creo que una parte importante de la seguridad como niño procede de saber que tus padres te entienden, y creo que esto es incluso más importante con niños neurológicamente distintos o con otras discapacidades.
—Ud. descubrió que el juego Minecraft le ayudaba a mejorar su vida. ¿Fue por casualidad?
—La verdad es que siempre había jugado a video juegos y soy un firme convencido de que merecen la pena y que son interesantes. Nos dimos cuenta que, desde muy pequeño, a Zac le apasionaba la tecnología. Se mostraba muy interesado por los iPads y los ordenadores, y era muy bueno usándolos. Cuando tenía dos años empecé a jugar a un juego llamado LitteBigPlanet con él, una plataforma que permite crear tu propio nivel. Zac estaba encantado de poder hacer cosas en la pantalla. Así que cuando Minecraft salió al mercado para Xbox 360 me imaginé que le podía interesar porque también requiere creatividad a la hora de construir. Y justo como pensé, le chifló. Creo que todos los niños quieren dejar su huella en el mundo, y Minecraft te da la oportunidad de construir cosas y cambiar el planeta.
—El juego… ¿Se lo aconseja a todos los padres con niños autistas?
—Creo que merece la pena probar, ¡por supuesto! A mí me permitió crear un espacio de comunicación con él. Mucha gente que está dentro del espectro autista disfruta con Minecraft porque les permite una libertad creativa mientras están seguros, en un entorno predecible, con un montón de reglas muy claras y fácilmente entendibles. Hay un servidor de Minecraft llamado Autcraft que está especialmente diseñado para niños del espectro autista que les permite jugar y socializar. Creo que esto es asombroso.
—¿En qué aspectos concretos ha cambiado el juego Minecraft su vida para mejor? ¿Cómo ayuda exactamente el videojuego Minecraft a favorecer las relaciones sociales, y a la inclusión social y comunitaria de estos alumnos?
—Minecraft ayudó a Zac permitiéndole ser creativo de una forma que tenía sentido para él. No tenía la paciencia para dibujar, o pintar, pero con este juego era capaz de construir castillos y mansiones fantásticas. Le permitía expresarse, y esto es sencillamente maravilloso. Mientras jugaba con su hermano pequeño, Albie, también aprendía nuevas palabras, en función de lo que quería construir, así que también le benefició en ese área… Empezó a aprender un montón de nombres de distintos objetos y minerales que aparecen en Minecraft, porque quería describir lo que iba a construir. Así que definitivamente, aprendió mucho vocabulario a través del juego.
—¿Juega ahora Zac con más personas, además de con usted y con su hermano pequeño?
—Minecraft se puede jugar entre cuatro personas en una consola, los cuatro trabajando en «el mismo mundo», y en la versión PC pueden jugar incluso más. Pero en cualquier caso, Minecraft permite un lugar seguro para jugar con otras personas. Zac ha tenido amigos por todo el mundo y han construido juntos. De hecho, Minecraft es el único lugar donde es tan bueno como los otros niños. No es capaz de jugar a deportes de equipo, porque tiene una especie de lucha contra las reglas y la velocidad a la que se hacen las cosas, y en cambio es bueno y hasta competitivo en Minecraft. Muchas personas que se encuentran dentro del espectro tienen que lidiar contra los elementos de la comunicación que los demás damos por hechos como el lenguaje corporal, el contacto visual… etc. y sin embargo mientras juegan no se tienen que preocupar de estas cosas. Solo de construir, explorar y disfrutar.
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